Saber cuidarse para poder cuidar
La sacrificada tarea de cuidar precisa, además de tiempo y esfuerzo físico, un buen refuerzo de la gestión emocional, ya que implica ser consciente de la importancia de no perder de vista las necesidades propias.

Ya sea a nivel particular o por profesión, cuando una persona dedica su día a día a cuidar de los demás, corre el riesgo de dejar de lado su propio autocuidado.
Este rol, cuando se alarga en el tiempo por necesidad de cuidar a un familiar enfermo por ejemplo, es muy complejo porque requiere de muchos esfuerzos a distintos niveles: psicológico, emocional, físico y de gestión del tiempo. De entre estos, el nivel psicológico y el nivel emocional pueden ser los que resulten más complicados de gestionar, ya que el ser humano tiende a empatizar con el dolor ajeno. El sufrimiento de la persona a la que se está cuidando puede contagiar el estado anímico de quién vela por sus cuidados.
En este artículo puedes ver algunos consejos sobre cómo reforzar la inteligencia emocional a través de sencillos ejercicios.
Primeros auxilios psicológicos
Es de vital importancia que las personas denominadas cuidadoras, tengan unos conocimientos básicos. No hay un aprendizaje previo sobre cómo gestionar las necesidades emocionales de la persona a la que se está cuidando ni de las propias, por ello es importante tener en cuenta todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance para entender que el primer paso es saber cuidarse para poder cuidar.
A la hora de diferenciar entre las personas que sufren cuando ejercen el rol de cuidador, de las que encuentran bienestar realizando esta función, es fundamental atender a dos grandes factores:
1. La autoconciencia
- Saber estar en el momento presente.
- Alcanzar un nivel de autoconocimiento óptimo.
- Saber conectar con mi yo interior.
¿Cómo ejercitarla?
Entre las distintas formas de ejercitar la autoconciencia, destaca la meditación. Puede ser de gran ayuda en este aspecto porque es un momento de máxima atención, en silencio, un proceso de concentración en el que se siente el momento presente. Por otra parte, la escritura reflexiva mantiene un diálogo interno sin juicios, que es de gran ayuda a la hora de ser conscientes de cómo nos encontramos.
El conocimiento propio es el paso previo al autocuidado, ya que si no me conozco, no puedo saber qué es lo que necesito.
2. El autocuidado
- Sentir autocompasión.
- Detectar las necesidades propias y buscar la forma de cubrirlas.
- Movilizar todos los mecanismos a nuestro alcance para atenderlas.
¿Qué tipo de actividades se relacionan con el autocuidado?
Además de una alimentación adecuada que permita a nuestro cuerpo responder bien a las necesidades diarias, así como practicar ejercicio y mantener una vida activa que nos dé vitalidad y acompañe a nuestro bienestar emocional, es importante conocer que socializar también es una potente herramienta que tenemos los seres humanos y que se incluye entre las que nos aportan autocuidado.
Toda esta información y algunos consejos más sobre cómo disfrutar de los beneficios del autocuidado a la hora de evaluar cómo nos implicamos en el cuidado de otra persona, lo podemos ver en este vídeo de la mano de la psicóloga Nuria Javaloyes:
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Es fundamental no llegar a ningún extremo, implicarse de manera adecuada en el rol que ejercemos como cuidadores no debe suponer poner en riesgo nuestra propia salud física y mental. Recuerda, para poder cuidar, primero debemos saber cuidarnos.
Publicado en Meridiano Seguros