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Cómo dejar de evitar los conflictos y empezar a sanar

¿Es posible dejar de evitar los conflictos al mismo tiempo que haces valer tus intereses? La respuesta es sí, el argumento sobre cómo empezar a sanar, te lo mostramos aquí.

Cómo dejar de evitar los conflictos y empezar a sanar

Si eres de las personas que evita afrontar conflictos, o quieres ayudar a alguien que crees que sufre un temor irracional a involucrarse en situaciones incómodas porque tiene la idea de que puede bloquearse o hacer el ridículo, este artículo te interesa.

¿Qué entendemos por conflicto?

Un conflicto entre dos o más personas hace referencia a una situación en la que existen divergencias en relación a intereses, opiniones, necesidades o valores. Estos conflictos tienen distintas formas de manifestarse, desde debates hasta tensiones emocionales. Seguramente has vivido alguna situación así en distintas ocasiones, por lo tanto sabes que se experimentan emociones intensas como frustración, enfado, tristeza e incluso ansiedad.

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Algunos conflictos pueden solucionarse encontrando de manera constructiva una solución aceptable para todas las partes. ¿Cómo?

  • Con comunicación efectiva
  • Empatía
  • Negociación

¿Por qué evitas el conflicto?

No hacerle frente a un conflicto no significa que desaparezca, de hecho provoca que el conflicto quede en tu interior. El mayor miedo relacionado con una confrontación de este tipo es caer en la discusión, resultado de no saber gestionar emociones como la ira o la rabia.

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Estas características influyen directamente en tu incapacidad para afrontar conflictos:

  • Inseguridad: los complejos personales juegan en tu contra, te hacen creer que no vas a saber defender tu punto de vista, creando en tu mente un escenario en el que siempre ‘pierdes’.
  • Percepción sesgada de la realidad: entiendes que la otra persona es superior, olvidando que todas las personas tienen debilidades y que nadie es perfecto.
  • Experiencias negativas: si te viene constantemente al recuerdo un momento de confrontación desagradable, intentarás evitar el conflicto porque no quieres volver a pasar por lo mismo.

¿Cómo dejar de evitar el conflicto?

Evitar los conflictos genera emociones desagradables, al vivir con la constante sensación que se infravalora tu punto de vista, lo cual afecta tu toma de decisiones, tu bienestar emocional y la salud de tus relaciones interpersonales.

Deja de evitar conflictos y empieza a sanar resolviendo estas situaciones desde el autoconocimiento, la comunicación abierta y una buena gestión emocional.

Si quieres que los pequeños desajustes diarios no se conviertan en problemas más grandes, aprende a hacer valer tus intereses y valores.

  1. Prepárate para el conflicto ayudándote de un ejercicio de análisis. Identifica el problema real y argumenta tu postura desde la calma. No darle muchas vueltas te ayudará a tener una visión clara y concisa de lo que quieres decir sin perderte en exposiciones largas y confusas.
  2. Expón y deja exponer. Deja que la otra persona muestre su postura practicando una escucha activa, respetando su exposición, hazle ver que estás intentando entender su argumento. Seguidamente expresa tus ideas, pidiendo el mismo respeto que tú has mostrado anteriormente.
  3. Gestiona emociones como el miedo y la inseguridad. Tienes el poder de identificar si estás preparado para afrontar el conflicto. De igual modo, si crees que necesitas una guía para aprender a gestionar estas emociones más desagradables, pide ayuda profesional. De esta forma podrás ir ganando experiencia en este terreno y te verás con más seguridad.
  4. Aprender a asumir el fallo. No has nacido sabiendo, es muy probable que te equivoques, pero estos momentos son lecciones que te ayudan a trabajar esta parte necesaria de tu relación con los demás, como lo es abordar un choque de intereses.

Estimula tu inteligencia emocional con estos sencillos ejercicios.

El momento en el que dejes de pensar que los conflictos son malos, dejarás de evitarlos y empezarás a sanar. Desde el bienestar emocional, el autoconocimiento y la increíble sensación de tomar el control sobre la gestión de tus propias emociones y de tus propios pensamientos, aprendiendo a escucharlos y sabiendo cuándo intervenir y cuándo frenar, dejando la resolución para cuando te sientas preparado.

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Publicado en Meridiano Seguros